Montesquieu
En esta ocasión
solo se hablarán de los doce primeros capítulos de “El espíritu de las leyes”,
escrito por Montesquieu. Al igual que Locke, Montesquieu considera que existe un estado natural, en el cual
los hombres se unen unos con otros por conveniencia, por alimento, por
atracción hacia el sexo contrario y por los conocimientos adquiridos creando de
esta forma una vida en sociedad. Reuniendo las fuerzas de todos los particulares, se forma lo que se llama
Estado político. Ya iniciada la vida en sociedad, todos los integrantes se
encontrarán en un estado de igualdad y cada particular podrá aprovechar para su
beneficio propio las ventajas de la sociedad provocando un estado de
guerra entre ellos, para regular dichos conflictos Montesquieu nos dice que existen leyes
positivas, las cuales son:
• Derecho
de gentes: Éste regulará las relaciones entre dos estados.
• Derecho
político: Éste regulará leyes que establezcan relaciones entre los gobernantes
y los gobernados.
• Derecho
civil: Éste regulará las relaciones
entre los ciudadanos.
Todo esto se hace con el
fin de lograr que las naciones eviten o
no se encuentren en guerra, lo cuál
también se logra conociendo el espíritu de las leyes que es la armonía
de unas con otras, su relación en conjunto y con otras cosas. Nos habla también
sobre las naturalezas de cada gobierno, es decir, la estructura particular de
cada uno, sus principios, su razón de ser, las pasiones que lo mueven y las que
lo hacen obrar de una manera característica a los demás.
Antes de iniciar
explicando las características de cada una de las formas de gobierno, me veo en
la necesidad, para una mejor recopilación,
de introducirlos un poco en el
tema de la educación, las riquezas y las leyes.
Para Montesquieu es muy importante la educación ya que
será la base de todo ser humano, la educación que recibimos de la familia es
fundamental pues prepara a todo ciudadano y da las bases para el mundo real, a
parte de que todas las familias tendrán el mismo patrón de educación. También
se recibe educación de los maestros y la del mundo.
Respecto a las riquezas, el
autor nos explica que los bienes serán repartidos a fin de evitar lujos, ya que
éstos se obtienen a expensas del trabajo de otros.
El aspecto de las leyes
también es muy importante pues éstas evitan que se cometan injusticias y el
autor nos dice que quien cometa algún delito se le impondrá una pena, claro que
las penas serán en proporción al delito, también nos hace una aclaración y nos
dice que por ningún motivo se acabará con la vida de alguien. Existen cuatro clases de delitos:
1.
Los perturbados
2.
Los que van en contra de
las buenas costumbres
3.
Los que van en contra de
la tranquilidad
4.
Los que van en contra de
la seguridad de los ciudadanos
Todos y sin excepción
alguna, deberán ajustarse a la ley que será concreta, mas no permanente.
Respecto a los castigos, éstos ayudarán a establecer un orden; las leyes,
protegerán la inocencia de los ciudadanos otorgándoles libertades filosóficas y
políticas.
Regresando al tema
inicial, la primer forma de gobierno de la que nos habla Montesquieu es la república, su naturaleza es regirse por medio de leyes
democráticas, su objetivo es la independencia de cada uno de los individuos, su
principio será la virtud de su pueblo y su gobierno pues al desaparecer la
virtud de los gobernantes aparece la ambición, la avaricia, corrompiendo
también al pueblo quienes dejarán de cumplir las leyes. En la república, el poder soberano reside en el pueblo mediante el voto para que puedan
elegir a sus gobernantes, la elección será por sorteo; todos
los ciudadanos tienen capacidad de elegir, pero no de ser elegidos. El voto se corrompe por la intriga y el
soborno por parte de las clases elevadas.
Por el contrario, en la aristocracia sólo una parte
del pueblo tiene derecho a votar y pocos pueden ser elegidos para ser
gobernantes, su principio es la templanza, es decir la mesura de los
gobernantes basada en su virtud. La aristocracia se corromperá cuando los
nobles vuelvan su poder arbitrario dejando de ejercer el voto y vendan o hereden
el poder, pierdan su capacidad de moderación, convirtiéndose en despotismo.
En cuanto a la educación, Montesquieu considera que
una república necesita una educación eficaz, se enseñará a amar a la patria y a
las leyes y siempre se verá por el bien público.
Respecto a las riquezas, debe de haber equidad pues
mientras en una república exista menos lujo, la república se acercará más a la
perfección. En la democracia deberán de ser repartidas en cantidades iguales
para que así se evite el egoísmo, mientras que en la aristocracia se permitirá malgastar pero sólo al grupo
selecto.
Por otro lado el territorio ideal para una
república será el pequeño, pues de este modo los ciudadanos estarán más cerca,
el bien público será más fácil de transmitir, los abusos serán menores y no
habrá grandes fortunas.
La segunda forma de gobierno es la monarquía, su naturaleza
se basa en el poder otorgado a un sólo hombre, su objetivo es conservar la
gloria, su principio es el honor, el príncipe es toda fuente de poder político
y civil, el príncipe crea sus leyes las cuales regirán su Estado, también se encuentra la
nobleza y el clero, que son poderes intermediarios. Esta forma de gobierno cae
en la corrupción cuando el monarca cambia el orden en lugar de ajustarse a lo
establecido, se cambian las funciones y obedecen a sus caprichos en vez de a la
ley. En una monarquía el lujo debe eliminarse porque es contrario a la
moderación.
En la monarquía la educación es muy apegada a las
costumbres y finura en los modales, se aprenderá de la vida, todo esto basado
en el honor pues éste introduce a las reglas y limita los deberes. En este caso
la religión es sumamente importante ya que establece un orden político y moral.
Respecto al tamaño del territorio monárquico,
conviene uno de mediana extensión porque sí es muy pequeño se vuelve una
república y si es muy grande nadie obedecería pues encontrarían el castigo por
ser éste muy lejano y lento.
Antes de pasar al tercer tipo de gobierno es
necesario mencionar otro concepto que maneja el autor y es la república federal,
esta constituida por diversas entidades políticas que formarán un Estado más
grande y más fuerte para que así pueda resistir una fuerza exterior y se
mantenga sin corromperse, conservando cada uno su personalidad. Es una fusión
entre república y monarquía pues tiene las ventajas internas de una república y
las externas de una monarquía, aunque regularmente pierden la libertad propia.
La tercera forma de gobierno de la que nos habla Montesquieu
es el despotismo, nos dice que cualquier forma de gobierno está expuesta a caer
en despotismo, su naturaleza es ser un gobierno corrupto, su principio es el
temor pues de este modo el príncipe le quita a sus ciudadanos cualquier
intención de revolución, promueve la obediencia y, lo más importante, transmite
el poder que tiene sobre ellos, en realidad este tipo de gobierno no tiene un objetivo en específico mas que el
pueblo cumpla los caprichos de el príncipe, no existen las reglas ni las leyes,
principalmente el despotismo se basa en la ignorancia del pueblo y jamás se
pondrá a discusión la voluntad del príncipe. Éste gobierno ya está corrompido
por naturaleza pero puede sucumbir por su vicio interno.
Su educación es servil, es decir, su educación es
casi nula ya que al príncipe no le conviene que su pueblo piense pues se darían
cuenta de la realidad, la obediencia extrema se fomentará desde el hogar, la
religión será indispensable pues es una forma de control social.
La extensión del territorio despótico deberá ser
grande porque los grandes imperios necesitan la autoridad de un déspota. Aquí
el lujo será lo más importante, pues quien cuente con dinero tendrá la libertad
de hacer lo que le plazca, nos dice Montesquieu.
Después el autor nos explica acerca de la libertad
política, la cual consiste en hacer lo que se debe querer y no ser obligado a
hacer lo que no debe quererse. Aunado a esto aborda el tema sobre la división
de poderes, nos dice que son tres: ejecutivo, legislativo y judicial. El autor
hace referencia a que esta forma de dividir los poderes trae confianza,
delegando la responsabilidad a diferentes hombres ya que es necesario que
ningún hombre tema a otro para que exista la libertad.
El poder
ejecutivo se encarga de hacer la paz y la guerra y establece una seguridad
política. El poder legislativo, es el jefe del Estado, éste hace leyes tanto
definitivas como transitorias. Y por último el poder judicial castiga los
delitos y juzga la diferencia entre los particulares.
A diferencia de los autores que hemos visto, Montesquieu
innova con el concepto de poder judicial analizando los hechos históricos. Otra
diferencia es que este autor toca el tema de las mujeres y nos dice que ellas
no deben quedarse en casa y que pueden ocupar cualquier cargo en el Estado,
incluso el del príncipe ya que ellas tienen la sensibilidad que le falta a los
hombres, son justas y muy centradas. Al leer esto quedé admirada ya que Montesquieu
se atrevió a hacer estas afirmaciones en su época y la verdad creo que son muy
atinadas pues a pesar de que vivimos en una sociedad en donde se supone el
machismo es escaso, siguen subestimando a las mujeres simplemente por el
género.
El propósito de El espíritu de las leyes
es lograr una vida armoniosa,
pero de acuerdo con la lectura, el país en el que vivimos es un gobierno
despótico por lo tanto es imposible llevar una vida armoniosa. Podemos ver que México
se encuentra inundado de corrupción, desde calles hasta escuelas e incluso en
las familias, el autor hace énfasis en que la corrupción puede terminar con la
vida de un gobierno, y que cuando ya se ha corrompido, cualquier corrección es
inútil. Estas palabras me recordaron tanto a México y me pregunté ¿En verdad no
hay remedio? Y es que algunos todavía tenemos fe en que algún día con esfuerzo
y dedicación la situación podría cambiar, pero después de leer estas palabras
confieso que me he desanimado y confirmo que México, una república enmascarada,
un gobierno incompetente, un país deteriorado, está perdido.
Bibliografía: Montesquieu, Del espíritu de la leyes, México, Porrúa, 1992, 452 pp.